lunes, 8 de febrero de 2016

El buen taco


jueves, 28 de enero de 2016

miércoles, 27 de enero de 2016

Cuentos cortos

            EL LOBO
Cauto, silencioso, el lobo salió una noche del bosque atraído por el olor del rebaño. Con paso lento se acercó al redil lleno de ovejas, poniendo atención en donde ponía la pata para no despertar con el más leve ruido al dormido perro.
 Sin embargo, la puso sobre una tabla y la tabla se movió. Para castigarse por aquel error, el lobo levantó la pata con que habla tropezado y se la mordió hasta hacerse sangre.
¿Verdad, amiguitos, que este lobo fue el mejor juez de sí mismo?

LA SEPULTURA DEL LOBO
 Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un poco de lo mucho que le sobraba. Sintiéndose viejo, empezó a pensar en su propia vida, sentado a la puerta de su casa.
¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino? Le pregunto el burrito.
Te daré; ocho, si prometes velar por mi sepulcro en las tres noches siguientes a mi entierro.
 Murió el lobo pocos días después y el burrito fue a velar en su sepultura. Durante la tercera noche se le unió el pato que no tenia casa. Y juntos estaban cuando, en medio de una espantosa ráfaga de viento, llego el aguilucho que les dijo:
Si me dejáis apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro.
Será suficiente si llenas una de mis botas. Dijo el pato que era muy astuto.
 El aguilucho se marcho para regresar en seguida con un gran saco de oro, que empezó a volcar sobre la bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa. Como no tenia suela y la fosa estaba vacía no acababa de llenarse. El aguilucho decidió ir entonces en busca de todo el oro del mundo.
 Y cuando intentaba cruzar un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, fue a estrellarse sin remedio.
 Amigo burrito, ya somos ricos. Dijo el pato. La maldad del Aguilucho nos ha beneficiado.
 Y todos los pobres de la ciudad. Dijo el borrico, por que con ellos repartiremos el oro.

EL CASTIGO DEL AVARO

 Erase un hombre muy rico, pero también muy avaro. Un día acudió a la feria, donde le ofrecieron un jamón muy barato.
-Se, lo compro! Después de todo, hago un negocio, pues con ese dinero ni patatas hubiera adquirido.
 Y se dio el gran atracón de jamón, manjar que nunca probaba. Resultó que estaba podrido y al día siguiente, aquejado de fuertes dolores, hubo de llamar al médico.
-Qué habéis comido? -le preguntó el galeno
El avaro, entre suspiros, mencionó su compra barata.

-¡Buena la habéis hecho! -se burló el médico-.
Entre la factura de la botica y la mía, caro va a saliros el jamón podrido.


mas cuentos